martes, 10 de agosto de 2010

Sergio es fuerte y vuela alto


Tiene 7 años y sufre acondroplasia, pero el apoyo de su familia y su gran energía vital le ayudan a afrontar las dificultades cotidianas

Abrir una puerta, encender la luz o llegar al lavabo se convierten día a día en un problema.

Sergio tiene sólo siete años y en este tiempo ha tenido que acostumbrarse a ver la vida desde abajo.

los médicos le diagnosticaron acondroplasia, lo que popularmente se conoce como enanismo, pero si algo le caracteriza es su alma de niño y sus ganas de vivir la vida minuto a minuto. Sergio  es  «un niño feliz», pero una mirada o un mal gesto tiene para él mucho más significado del que tendría para cualquier otro.

Admite que «todo el colegio me conoce», pero quizás ahí radica el principal problema: mientras unos pasan desapercibidos, otros viven las veinticuatro horas del día observados sin querer estarlo. Para su madre la solución reside en el hecho de que la sociedad «aprenda a no fijarse tanto en aquello que se salga de los estereotipos».

El día a día en el colegio de Sergio no es fácil. Afirma, con una sonrisa, tener buenos amigos, pero a la hora de describir los malos momentos la cosa se complica. Su hermano, Jorge López, es dos años mayor que él, y además de su principal ejemplo a seguir es también su mayor defensor: «cuando se meten con él es duro, le digo que se enfrente a ellos y no tenga miedo si no estoy yo para defenderlo».

La educación no siempre es un campo fácil  Guarda los problemas para él, dice su familia, y no exterioriza las cosas. Aunque afirma que al final del curso pasado «conseguí tranquilizarme», se entristece cuando los demás no le dan la oportunidad de conocerlo realmente.

Sergio desprende vitalidad y energía. Su estatura no es impedimento para él.

 Si algo le molesta no es la discapacidad, sino el comportamiento de la gente: «no me gusta que me miren». Pero eso no sólo le incomoda a él, sino a toda su familia: «la gente mayor se limita a observarlo, pero de los más jóvenes tienes que soportar, además las risas, lo que dicen». El objetivo de la familia es ser fuerte, porque Sergio se lo merece, y en eso todos lo que le conocen, coinciden.

A Sergio le gustaría ser como su hermano, por eso su pregunta más repetida es: «¿Cuándo me podré operar para ser como los demás niños?». Tendrá que esperar, al menos, cinco años para poder someterse al estiramiento de huesos en una clínica de Barcelona especializada en esta discapacidad. «Así le será más fácil hasta el hecho de mirar a los ojos a las personas», afirma su madre.

. Y por supuesto no duda en pedir que se ponga coto a todo aquello que estereotipa, a veces disfrazado de espectáculo. «Debería acabarse con cosas que degradan, como los espectáculos de los toreros bomberos». Por ejemplo. Esta familia asturiana ha aprendido a ver las cosas de otra manera y la vida para ellos no es la misma que antes, ahora el valor de una sonrisa adquiere mucha más importancia. Su consejo para los que están en su misma situación es que se den cuenta de que «no es tan duro como parece y el día a día compensa». Quizá sería bueno plantearse una de esas verdades inapelables: todos somos diferentes. Y quizá también ha llegado el momento de darse cuenta de que la acondroplasia no es solamente una cuestión de altura.



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